sino brillo yo, brilla mi ausencia, no me odiais a mi, ODIAIS A VUESTRA IMPOTENCIA.

jueves, 22 de diciembre de 2011

juro que es él


Llegó, cerró la puerta de un portazo y se dejó caer hasta quedar escondida tras sus rodillas. Estaba agitada, expulsaba el aire entre pausas que congestionaban sus ojos y, cuando la imagen se le nublaba, descargaba con un leve pestañeo. Esta entrada la observé desde el balcón, permití la entrada al frío de las horas más difusas y el viento empujaba las cortinas hacia el interior. No me vio. Apagando el cigarrillo a la mitad me dirigí hacia ella.
-¿Te apetece hablar o prefieres un café?
Wintumn se mordió el labio inferior con fuerza, la sangre no tardó en rellenar el socavón de su ansiedad.
-No creo en los corazones. No creo en esto que me atormenta cada vez que te acercas. No creo en su huida. Porque gracias a él sigo viviendo entre lágrimas, porque si me dejase guiar por los pensamientos que empujan a mis dudas, si dejase que ellos articulasen la duración de mi supervivencia, hace más de una vida que hubiese dejado de mover cada uno de estos miembros que alargan mi fragilidad, hace más de pulmón y medio que hubiese dejado de necesitar aire. ¡Pero es él! ¡Juro que es él! Galopa incesante, no para quieto, no quiere escapárseme de las costillas, el muy terco todavía me mantiene con vida.
Siempre me gustó la forma en la que relataba el mayor desastre natural, el mayor desastre cardíaco. Y recordé que precisamente quien movía su mundo eran los escombros que alojaba en su tórax. Me propuse desde ese momento edificar un rascacielos en la arteria aorta de su corazón.

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